miércoles, 23 de marzo de 2011

El capitalismo hasta el siglo XIX. Delfaud y otros

EL CAPITALISMO TRIUNFANTE

A países y a épocas diferentes corresponden sistemas, regímenes, estructuras diferentes, y, según los momentos, la coyuntura evoluciona de una u otra forma.

Estructuras y coyuntura

Definamos los términos:

Sistema significa el conjunto de disposiciones jurídicas, de instituciones políticas, de medios técnicos, de métodos de trabajo, así como también un contexto psicológico, que constituyen la organización, tanto económica como social, de un país o de un conjunto de países. Es un término muy amplio, que se aplica a una concepción general reducida a sus elementos teóricos y a sus principios.

Régimen tiene un sentido más estricto y más concreto, y designa las aplicaciones de un sistema dado a un dominio (Francia está sometida al sistema capitalista desde hace más de doscientos años, pero el régimen de la propiedad evolucionó considerablemente), en un país (el sistema socialista se presenta bajo diferentes formas: regímenes soviético, chino, israelí), en una época (el sistema capitalista se ha realizado en el régimen de la industria alemana de finales del siglo XIX).

Estructuras es un término que desde hace unos años se utiliza con gran frecuencia en economía y en historia. El sentido del mismo varía según los autores. Ante todo, designa las formas y las actividades relativamente permanentes en oposición a los movimientos momentáneos, las dimensiones relativas, las relaciones entre las fuerzas de producción. Decir que la población activa de un país es agrícola en su 70%, que el 43% de las empresas industriales tienen menos de 20 obreros, es definir sus estructuras. En general, las estructuras evolucionan lentamente pero las modificaciones pueden tomar la forma de cambios violentos: innovación técnica o revolución política...

Coyuntura es casi lo opuesto a estructura; es el entrecruzamiento, en un momento determinado, de todas las componentes de la vida económica, de modo que la expresión «la coyuntura» termina por designar la situación económica tal como resulta de las observaciones en curso. La coyuntura es «favorable» si la producción, los intercambios, el empleo, están en un nivel elevado.

Fuera del capitalismo

En la Antigüedad, en la Edad Media, durante los tiempos modernos, y en todos los continentes, cohabitaron diferentes sistemas económicos, a veces ignorándose mutuamente, a menudo entrando en competencia.

La economía doméstica, en donde el jefe de familia sostiene a los suyos por medio de la caza o la recolección, de formas elementales de cultivo, ignora el intercambio y la moneda. Esta economía persiste en el siglo XIX, y no únicamente en las regiones aisladas o arcaicas.

La economía comunal, en la que el propietario dirige el trabajo y lo distribuye entre los colonos, los siervos o los esclavos, está cerrada sobre sí misma y compra tan poco como vende; este sistema, que todavía está vivo alrededor del Mediterráneo, reina en Rusia antes de 1861, y en América Latina y en China a lo largo de todo en siglo XIX. La economía artesanal urbana conoce la moneda y los intercambios, a veces lejanos, pero el artesano es propietario de sus herramientas, limita su producción a los pedidos recibidos y utiliza sólo una mano de obra muy reducida.

¿Hubo capitalismo antes de la era moderna?

La palabra «capitalismo» es reciente; el Littré y el Larousse no la incluyen. Marx habla mucho de capital, pero no de capitalismo. Según L. Febvre, H. Hauser sería uno de los primeros en utilizar el término, hacia 1930. Pero el sistema existía mucho antes que la palabra. En efecto, en los siglos XVIII y XIX es el sistema económico dominante en Europa y en el mundo, que hasta 1917 no conoce competencia.

La noción de «capital» es compleja. Entre el ser humano productor y el producto hay bienes intermedios, como la tierra, la herramienta, la suma de dinero que permite adquirir la una y los otros, así como también las materias primas necesarias. El capital es un bien intermediario indirecto, que, si no se lo utiliza, no produce nada, pero cuya explotación culmina en la creación de bienes utilizables. El capitalismo está constituido, pues, por un conjunto de «reservas», un «stock de rentas futuras».

Se distingue el capital de empresa (un taller, una fábrica, barcos), del capital doméstico (la casa habitación); el capital inmobiliario (edificios y tierras) del capital mobiliario (dinero líquido, acciones;) el capital inmovilizado (las máquinas) del capital disponible (el dinero líquido) y el capital individual (bienes que pertenecen a un solo individuo o a una familia) del capital social (bienes que pertenecen a una gran cantidad de socios).

Según estos distintos puntos de vista, en la Antigüedad y en la Edad Media podrían reconocerse formas características de capitalismo. El taller del padre de Demóstenes, que fabricaba armas, o los «caballeros» romanos, que hacían el comercio de granos y aseguraban los impuestos, los banqueros judíos en el Cercano Oriente, en el siglo XI, o el rico tejedor Boinebroke de Douai, en el XIII, los comerciantes, los banqueros o los industriales de Florencia o de Barcelona, de Flandes o de Nuremberg en el XIII y en el XIV, la organización de barcos conocida con el nombre de Commenda, en Pisa o en Marsella, son otras tantas formas, instituciones o estructuras análogas a las del capitalismo contemporáneo.

Pero si consideramos las dimensiones y la importancia del sistema, estos ejemplos presentan dos diferencias principales con respecto al capitalismo actual.

En primer lugar, esas actividades sólo afectan a una pequeña cantidad de personas y la vida de los habitantes de un país, esencialmente asegurada por los productos de la agricultura y del artesanado local, depende muy poco de estos ancestros de los capitalistas modernos.

En segundo lugar, las empresas tienen dimensiones reducidas en relación a las que se conocen a partir de finales del siglo XVIII, y reducidas en sus instrumentos de producción, en la cantidad de obreros que emplea, en los capitales que hacen circular, en la producción que proveen. En esto, la diferencia de grado es tan grande que se convierte en una diferencia de naturaleza.

El capitalismo aparece, en realidad, en la época moderna

Muchas son las explicaciones originales que se han propuesto sobre el nacimiento del capitalismo. El economista Werner Sombart ha privilegiado el papel de los financieros israelíes; el sociólogo alemán Max Weber y el historiador Tawney han visto en el desarrollo del protestantismo una de las causas del surgimiento del sistema, cuyas primeras apariciones tuvieron lugar en países con predominio protestante: Gran Bretaña, Holanda, Suiza. Estas explicaciones son interesantes, pero parciales.

1. El comercio

La causa fundamental del nacimiento del capitalismo es la renovación de los intercambios que se debe, a su vez, al desarrollo de la vida marítima desde las Cruzadas hasta los grandes descubrimientos y exploraciones de los europeos en Asia y en América entre el siglo XV y el XVII, e inclusive a los imperios coloniales que procuraron a Europa metales preciosos, es decir, el numerario suplementario de que el comercio necesitaba.

Las nuevas formas de actividad marítima y comercial permitieron la acumulación progresiva de capitales, utilizados e invertidos a su vez en la industria.

Los países que se favorecieron con esta expansión comercial son, en primer lugar, dos núcleos ya muy activos en la Edad Media: Holanda e Italia. Más tarde, en la época moderna, España y Portugal sobre todo y, por último, Francia y Gran Bretaña, a la vez comerciantes y productores.

Bajo estas formas comerciales (las grandes compañías como la Compañía de las Indias Orientales, holandesa, fundada en 1602, con un capital de 600000 florines en acciones de 3000 florines) o bancarias (los Fugger, el Rialto de Venecia, Samuel Bernard en Francia, el Banco de Ámsterdam (1609), el Banco de Inglaterra (1694), el capitalismo ya está vivo en los siglos XVI y XVII. Así, hacia 1700, existían en Gran Bretaña 140 sociedades por acciones que representaban un capital de 4250000 libras esterlinas. Pero de ellas, seis sociedades reunían más de las tres cuartas partes del capital, es decir, 3222000 libras esterlinas. Y estas seis sociedades eran comerciales o bancarias: Compañía de las Indias Orientales, Compañía del África, Compañía de la Bahía de Hudson, Compañía de la New River, Banco de Inglaterra y Million Bank.

2. La industria

Antes del siglo XVIII no era tan frecuente que el capitalismo se presentara en su forma industrial.

Lo que hoy llamamos «industria», es decir, la transformación de las materias primas por el trabajo de los hombres y de la máquina para crear objetos para los más diversos usos, se designaba entonces mediante la palabra «manufactura» o «artes». Fueron los economistas de la segunda mitad del siglo XVIII (Mercier de La Rivière, Roland de La Platière, Chaptal) quienes dieron al término «industria» su sentido actual.

La producción de vestimentas, de alfarería, de maderas, de muebles, del cuero, en el marco familiar, artesanal o corporativo, es muy importante por su volumen global, pero está diseminada y no produce casi beneficios. Eso no es capitalismo.

El capitalismo hace su aparición en lo que los ingleses llaman domestic system, en francés la organización del maître marchand. Estas formas de producción ya eran capitalistas, porque el poseedor del capital suministraba a los obreros domiciliados la materia prima y a veces los instrumentos de trabajo, luego pasaba a recoger el trabajo realizado y lo vendía a su beneficio después de haber pagado un salario fijo al obrero, campesino o habitante de la ciudad (organización que tuvo vitalidad en el campo de Europa hasta comienzos del siglo XX).

También se manifiesta claramente el capitalismo en una empresa llamada en inglés factory y en francés manufacture. Ésta se presenta en dos formas:

o bien la empresa es privilegiada y está sostenida por el Estado, como en el caso de las grandes manufacturas que concibieron y crearon Laffemas, y luego Colbert, y en el de las empresas de los «déspotas ilustrados», por ejemplo, de la metalurgia de los zares en los Urales o de los tejidos de Federico II;

o bien la empresa escapa al control del poder, caso frecuente en Gran Bretaña, pero que también se daba en Francia. Estas empresas, dada su situación legal, la concentración de los obreros en grandes talleres alrededor de muchas máquinas que ponen en funcionamiento un capital surgido de la asociación de varios poseedores y que tratan de vender y realizar en ello el máximo beneficio posible, eran ya capitalismo. Se las encuentra sobre todo en la rama textil, pero también en la imprenta, los trabajos públicos, la construcción naval, la metalurgia. El capitalismo se expande en el siglo XIX

La extraordinaria expansión del capitalismo tiene lugar a partir de mediados del siglo XVIII.

1. Maquinismo y división del trabajo

Los perfeccionamientos técnicos que se llevaron con éxito a la práctica en Inglaterra, constituyeron la primera revolución industrial.

Esta serie de descubrimientos es una de las causas del surgimiento del capitalismo. Con todo, el maquinismo es condición necesaria, pero no suficiente, pues es igualmente uno de los medios que utilizan los regímenes socialistas. El maquinismo trae consigo una extremada división del trabajo, que es otra característica del capitalismo.

2. Economía de mercado

El capitalismo es esencialmente una economía de mercado. En efecto, la finalidad esencial de la empresa es la venta en un mercado muy amplio; en él, aquélla es libre de vender como quiere, donde quiere, cuanto quiere y al precio que ella mismo ha fijado en función de sus intereses.

En consecuencia, los precios son uno de los elementos esenciales de la vida económica en el régimen capitalista. De ahí la importancia de los grandes mercados: bolsas de comercio, que fijan los precios de las mercancías más importantes (bolsas del trigo, fundadas en 1848, en Chicago; del algodón, en Nueva Orleáns o en Liverpool; de la lana, en Australia o en Londres; del café. en Brasil o en Le Havre; del caucho, en Singapur o en Londres; de las flores, en Holanda o en Grasse); o bien bolsas de valores, en las que se mide, a través de los precios de venta y compra de las acciones y las obligaciones, la capacidad de producción y de venta de las grandes empresas industriales, comerciales o bancarias. Los acuerdos entre las grandes empresas tienen esencialmente la finalidad de vender en las mejores condiciones posibles.

La gran enfermedad del régimen capitalista, las crisis, afectan esencialmente a la venta.

3. Libertad de trabajo

En los regímenes económicos distintos del capitalismo, el trabajo es casi siempre, o bien forzado (esclavitud o servidumbre) o bien cerrado (castas o corporaciones), o reglamentado (sistema mercantilista o socialista).

El sistema capitalista, por el contrario, se caracteriza, al menos en principio, por el régimen de la libre competencia, de la no intervención del Estado en la organización del trabajo, de la libertad teórica de contrato entre empleados y obreros. En resumen, el régimen capitalista coincide con el liberalismo económico. Esta libertad se establece progresivamente y las leyes que la fundan permiten datarla.

En Gran Bretaña, el trabajo estaba limitado por un estatuto de 1563, el statute of artificers, que reglamentaba el número de obreros y de aprendices. Los obreros ingleses apoyaban este régimen, en el que veían una protección, pero los patronos se oponían al mismo y el Parlamento los apoyó acerca de este punto. En efecto, los obreros habían protestado en diversas oportunidades ante las Cámaras contra las infracciones patronales a este estatuto, y el Parlamento siempre les negó la razón, hasta que en 1814 se abolió el régimen en su totalidad.

En Francia, las reglamentaciones relativas a las corporaciones fueron suprimidas por Turgot en 1776; la medida fue revisada enseguida. Bajo el gobierno de la Revolución, las diferentes reglamentaciones referentes a la vida económica fueron abolidas por los decretos del 4 de agosto, la ley de Allarde en 1790 y la ley Le Chapelier de 1791. El 11 de abril de 1793 se establecía la libertad absoluta del préstamo de dinero.

En Alemania, las leyes relativas a los gremios y los diferentes oficios jurados fueron abolidos más tarde, en 1862-1885.

En Estados Unidos, por último, el alzamiento de 1776 contra Gran Bretaña de los colonos ingleses de trece colonias es, en parte, una reacción contra la reglamentación que limitaba el comercio y la producción. A partir de entonces, y hasta finales del siglo XIX, Estados Unidos fue un ejemplo típico de liberalismo económico.

Esta libertad económica expresa, pues, el espíritu mismo del régimen. F. Simiand la define en términos excelentes. Helos aquí:[1]

El supuesto de que el individuo es siempre y suficientemente el mejor juez de su interés, el papel de la autoridad pública, que debe limitarse a asegurar la libre expresión de los individuos de cómo entienden su interés..., supuesto de igualdad entre los contratantes..., supuesto de que los intereses materiales bien entendidos se combinan entre sí lo mejor posible en vista del interés general.


Tomado de DELFAUD,P.;GÉRARD, CL.; GUILLAUME, P; LESOURD, J.A. Nueva Historia Económica Mundial.- Barcelona: Vicens-Vives, 1984.



[1] F. Simiand, Le Salaire évolution sociale et la monnaie, t. II, p. 50 Alcan, 1932. 1932

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