Marxismo
Marxismo
Uno de
los tipos de socialismo que ejerció mayor influencia fue el llamado "socialismo
científico", de Carlos Marx (1818-1883). Hijo de un abogado judío convertido
al cristianismo por motivos profesionales, Marx nació en Treves, próxima a
Coblenza, en la Renania.
Su padre deseaba que siguiera la carrera convencional de
abogado burgués y con ese objetivo lo envió a la Universidad de Bonn.
Pero el joven Marx pronto demostró aversión al derecho y dejó sus estudios de
abogado para volcarse a la filosofía y la historia. Luego de un año de
permanencia en Bonn se trasladó a la Universidad de Berlín, donde fue influenciado por
un grupo de discípulos de Hegel que daban a las doctrinas de su maestro un giro
ligeramente radical. Si bien es cierto que obtuvo en 1841 el título de doctor
en filosofía en la
Universidad de Jena, sus críticas opiniones le impidieron
plasmar su ambición de ser profesor universitario. En consecuencia se dedicó
al periodismo, editó varios periódicos radicales y colaboró en otros. En 1848
lo detuvieron bajo la acusación de alta traición por haber intervenido en el
movimiento revolucionario de Prusia. Aunque fue sobreseído por un jurado
formado por personas de la clase media, popo tiempo después fue expulsado del
país. \Entretanto, había
entablado íntima amistad con Federico Engels (1820-1895), quien durante toda su
vida continuó siendo su discípulo y alter ego. En 1848 ambos publicaron
el Manifiesto comunista, el "primer grito del socialismo
moderno". Desde ese momento hasta su muerte, en 1883, Marx pasó casi toda
su vida en Londres, enfrentándose a la pobreza y redactando de cuando
en cuando algunos artículos, parte de los cuales vendió al Tribune de
Nueva York por cinco dólares cada uno. Sin embargo la mayor parte de su tiempo
la consagró al estudio de manuscritos polvorientos en el Museo Británico,
donde pasaba desde la mañana hasta la medianoche buscando materiales para un
gran trabajo sobre economía política. En 1867 apareció el primer volumen de
esa obra titulada Das Kapital. Después de su muerte se publicaron otros
dos volúmenes compuestos por manuscritos revisados por algunos de sus
discípulos.
No
todas las doctrinas de Carlos Marx son enteramente originales. Pero aunque debe
algunas ideas a Hegel, otras al socialista francés Louis Blanc (1811-1882) y
algunas, probablemente, a Ricardo, Marx fue el primero que coordinó esas ideas
en un sistema general y les dio todo su significado como explicación de las
realidades de la economía política. La teoría marxista ha sido una de las que
más han influenciado en los tiempos modernos; por lo tanto es necesario
comprender sus doctrinas fundamentales. Las principales son las siguientes:
1) Interpretación económica
de la historia.
Todos los grandes
movimientos políticos, sociales e intelectuales de la historia han sido
definidos por el ambiente económico del
que nacieron. Marx no dice que el motivo económico es el único que explica el
comportamiento humano, pero sostiene que todos los sucesos históricos
fundamentales, cualquiera que haya sido
su carácter superficial, fueron resultado de cambios en los métodos de
producción e intercambio de mercaderías.
De esta forma, la revolución protestante fue fundamentalmente un movimiento económico. Los desacuerdos con respecto a la doctrina religiosa fueron simples "velos ideológicos" que escondían las causas verdaderas.
De esta forma, la revolución protestante fue fundamentalmente un movimiento económico. Los desacuerdos con respecto a la doctrina religiosa fueron simples "velos ideológicos" que escondían las causas verdaderas.
2) Materialismo dialéctico.
Cada sistema económico,
fundado en una
norma precisa de producción
e intercambio, llega a lograr la eficiencia máxima, y luego nacen en su seno
contradicciones o debilidades que motivan su rápida decadencia.
Mientras tanto se van sentando paulatinamente las bases de un sistema opuesto que a la larga reemplaza al otro, al mismo tiempo que absorbe sus elementos más valiosos. Este proceso dinámico de evolución histórica continuará mediante una serie- de victorias de lo nuevo sobre lo viejo hasta que se llegue a la meta perfecta del comunismo. Es indudable que luego continuarán produciéndose cambios, pero sobrevendrán dentro de los límites del comunismo.
Mientras tanto se van sentando paulatinamente las bases de un sistema opuesto que a la larga reemplaza al otro, al mismo tiempo que absorbe sus elementos más valiosos. Este proceso dinámico de evolución histórica continuará mediante una serie- de victorias de lo nuevo sobre lo viejo hasta que se llegue a la meta perfecta del comunismo. Es indudable que luego continuarán produciéndose cambios, pero sobrevendrán dentro de los límites del comunismo.
3) Lucha de
clases. La historia entera
consiste en una lucha de clases. En la antigüedad, una pugna entre amos y
esclavos; en la Edad Media
un conflicto entre los señores y los siervos; en la actualidad se ha reducido al
enfrentamiento entre los capitalistas y el proletariado. Los primeros logran
sus ingresos principales mediante la posesión de los medios de
producción y la explotación del trabajo ajeno. Los proletarios dependen de un
salario para ganarse la vida, deben vender su fuerza de trabajo para poder
vivir.
4) Doctrina de
la plusvalía. El trabajador crea toda la riqueza. El
capital no crea nada, aunque es creado por el trabajo. El valor de todas las
mercaderías es fijado por la cantidad
de fuerza de trabajo necesaria para producirlas. Pero el
obrero no percibe
todo e! valor que
crea su trabajo,
sino un salario
que, en general, es
justamente el suficiente
para poder subsistir y reproducir su especie.
La diferencia entre el valor que crea el obrero y el que recibe es la plusvalía, que pasa a poder del capitalista. Por lo general está formado por tres elementos: el interés, la renta y los beneficios. Como el capitalista no crea ninguna de estas cosas, se descuenta que es un ladrón que se apropia de los frutos del trabajo del obrero.
La diferencia entre el valor que crea el obrero y el que recibe es la plusvalía, que pasa a poder del capitalista. Por lo general está formado por tres elementos: el interés, la renta y los beneficios. Como el capitalista no crea ninguna de estas cosas, se descuenta que es un ladrón que se apropia de los frutos del trabajo del obrero.
5)
Teoría
de la evolución socialista. Cuando los
obreros hayan propinado ya el golpe de muerte al capitalismo comenzará la etapa
del socialismo. Este tendrá tres características: la dictadura del proletariado,
el pago en relación con el trabajo realizado y la posesión y empleo por el
estado de todos los medios de producción, distribución e intercambio. El
socialismo es el pasaje a una etapa más elevada. Con el tiempo lo sucederá el
comunismo, la meta ideal de la evolución histórica. Comunismo implicará sobre
todo, una sociedad sin clases. Nadie vivirá de lo que posee, sino solamente de
su trabajo. El estado desaparecerá; será confinado al museo de antigüedades
"juntamente con el hacha de bronce y el torno de hilar". Será
sustituido por asociaciones voluntarias que emplearán los medios de producción
y satisfarán las necesidades sociales. Pero la esencia del comunismo es
la retribución de acuerdo con las necesidades. El sistema de salarios quedará
completamente abolido. Cada ciudadano deberá trabajar en relación con sus facultades
y tendrá derecho a recibir del fondo total de la riqueza producida una cantidad
en proporción con sus necesidades. Esta es la culminación de la justicia según
la concepción marxista.
En lo
psicológico, Marx fue uno de los expositores originales del concepto de
"alienación". Concebía al hombre moderno divorciado de las
condiciones de su vida natural, un vagabundo en una tierra extraña, sin ningún
sentido de su misión o su destino.
LA INFLUENCIA
DE MARX
(…) En todos los países industrializados había antes de la Primera Guerra
Mundial un Partido Socialista muy poderoso, y en Alemania obtuvo, después de
1912, la representación más numerosa en el Reichstag. La aparición del
socialismo ha ejercido en casi todas partes una influencia vital, ya que ha
fomentado el establecimiento del seguro social, las reglamentaciones sobre el
salario mínimo y los impuestos a los réditos y las herencias con el propósito
de redistribuir la riqueza. Marx, por supuesto, no se preocupaba por esas cosas
como fines en sí mismas, pero las clases gobernantes se fueron dando cuenta
paulatinamente de que les convenía admitirlas para aplacar a los socialistas.
Estos apoyan también la acción cooperativista, la nacionalización de los
ferrocarriles y los servicios públicos e innumerables planes para la protección
de los obreros y los consumidores contra el poder del capitalismo monopolista.
REVISIONISTAS
Y MARXISTAS ORTODOXOS
A fines
del siglo XIX los
partidarios de Marx se dividieron en dos facciones. En casi todos los países,
la mayoría se solidarizó con las doctrinas del grupo llamado de los
revisionistas, quienes, como muestra su nombre, consideraban que las teorías
de Marx debían ser revisadas para ponerlas de acuerdo con las
condiciones cambiantes. El otro grupo estaba formado por los marxistas
ortodoxos, que sostenían que no se debía modificar ni una tilde en las
concepciones del maestro. Además de esta división en la actitud general había
otras diferencias concretas. Mientras los revisionistas deseaban que se llegara
al socialismo mediante métodos pacíficos y graduales, los marxistas ortodoxos
apoyaban la revolución. Los revisionistas concentraban su atención en las
reformas inmediatas; los marxistas ortodoxos exigían la dictadura del
proletariado o nada. Los dirigentes de la facción mayoritaria estaban
dispuestos a reconocer los intereses de las distintas naciones, se inclinaban a
hablar de los deberes para con la patria y con frecuencia secundaban los
pedidos de sus gobiernos para que se incrementasen los armamentos y se ampliase
el período de servicio militar. Los marxistas ortodoxos, en cambio, eran
internacionalistas inflexibles, se atenían a la tesis de Marx de que el proletariado
mundial es una gran hermandad y refutaban el patriotismo y el nacionalismo
como recursos capitalistas para burlar a los obreros. Por lo general, los
revisionistas se apropiaron de la dirección de los partidos socialistas en la
mayoría de las naciones occidentales. El Partido Socialdemócrata de Alemania,
el Partido Socialista Unificado de Francia y el Partido Socialista de los
Estados Unidos, estaban regidos casi completamente por la facción moderada. En
Inglaterra, la dirección del Partido Laborista estaba en la mayoría de los casos
en manos de los socialistas “fabianos”, llamados así por su política dilatoria
imitada dé la táctica de Fabio, general romano en la guerra contra Cartago.
Sobresalieron entre los fabianos Beatriz y Sidney Webb, el novelista H. G.
Wells y el dramaturgo George Bernard Shaw.
Tomado de
Edward Mc Nall Burns. CIVILIZACIONES DE OCCIDENTE Ed. Siglo XX 14 ed
1983
“La lucha de la clase obrera fue con
frecuencia acompañada de derrotas. Y, sin embargo, la sociedad capitalista
lleva en sí misma la victoria final del proletariado. ¿Por qué? Sencillamente porque
el desarrollo del capitalismo lleva consigo la transformación de grandes
masas populares en proletariado. La victoria del gran capital implica la ruina
del artesano, del pequeño -comerciante y del campesino. Cada paso que da el
desenvolvimiento capitalista aumenta el número de proletarios. Cuando la
burguesía sofoca movimientos obreros consolida el orden social capitalista. El
desarrollo del orden social capitalista trae la ruina para millones de
pequeños propietarios y campesinos, haciéndolos siervos del capital. Con esto
crece el número de proletarios, o sea de los enemigos de la sociedad capitalista.
La clase obrera, no sólo se hace numéricamente más fuerte, sino también más
compacta. ¿Por qué razones? Precisamente porque con el desarrollo del capitalismo
crecen también las fábricas. Cada gran fábrica alberga entre sus muros
millares y hasta decenas de millares de obreros. Estos obreros trabajan en
estrecho contacto entre sí. Ven fácilmente cómo los explota el empresario
capitalista, se dan cuenta en seguida de que todo obrero es el amigo y
compañero de los demás obreros. Unidos en el trabajo, aprenden a obrar de
común acuerdo. Tienen además la posibilidad de entenderse con más rapidez. He
aquí por qué con el desarrollo del capitalismo crece, no sólo el número, sino
la unión de la clase obrera.”
nikolai
bujarin:
El ABC del comunismo. Tomado de Antonio Fernández: Historia
del Mundo Contemporáneo. Ed. Vincens Vives Barcelona 1997. p 268
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